26/12/08

Navidad, retablos y pintura religiosa...


San Francisco de Asís montó el primer Belén. En sus ratos de intimidad tomaba en brazos la figura del niño y la acunaba como si de un bebe real se tratara. Quizá por la ternura que despierta en mi ese sentimiento, me reconcilio con las noches de insomnio que me da mi hijo pequeño. Entre lloros por hambre y alguna queja, más que comprensible por las otitis y demás enfermedades propias del invierno. El caso es que una imagen religiosa como la de la natividad no puede pasar desapercibida. El tema esta en lo siguiente. ¿Se puede hacer en pleno siglo 21 pintura e iconografía religiosa? yo creo que si. Se puede ser más o menos aséptico en la representación pero desde luego es uno de los temas inmortales. Por mucho que diste de lo que se lleve en este momento, no puede ignorarse.

Nadie que se pare dos minutos, es ciego en profundidad ante un nacimiento. El que tiene hijos porque le recuerda al alumbramiento de los mismos, y el que no, porque es tan grande el misterio de ser hombre que se hace infinito al pensar en el alumbramiento propio. Bien pensado, cualquier cuadro grande o pequeño que represente el nacimiento de Jesús, es increíble. Solo hay que parar un segundo delante. Un niño, recién nacido, en una noche de frío. Sus padres mirándolo con asombro (no se puede mirar de otra forma el milagro de la vida) detrás una mula y un buey...ajenas a lo que pasa pero dando un calorcillo agradable. Creo que la clave de poder disfrutar uno de estos cuadros sin caer en lo que ya conocemos de sobra esta en dejarse llevar por la descripción de los olores de la escena, de los posibles sonidos de la noche. Quizá tratar de imaginar al pintor delante del cuadro. No aparece en la obra, pero está allí, como invitado accidental. Solo con dedicar unos minutos así, a una escena de la natividad nos hace disfrutar de la escena. Creyentes y no creyentes de todos los tiempos, se han rendido a los pies de estos cuadros. Por descontado que además están pintados de lujo. Feliz Navidad