6/2/09

Unos dibujos muy trabajados, de unos días muy valientes


Los primeros dibujos después de la decisión de ingresar en BBAA me formaron y dieron una libertad total desde el esfuerzo más crudo y tozudo.


Gracias a Dios vengo de la educación pictórica más clásica y académica , la que me enseñó la apuesta por el trabajo del aprendizaje, y la humildad en el ligero desprecio de la propia obra. A menudo pienso que hago porquerías, en esos días mucho más. El asunto del dibujo era una búsqueda de nuevos lenguajes tan apasionantes como desconocidos por mi.


Necesité cuatro años para empezar a dedicarle tiempo y encontrar respuestas a todas las preguntas y juicios de valor que esta clase de pintura me originaba. Siempre he dibujado, desde niño, siempre ha sido una afición y entretenimiento personal muy rico, pero hasta el 92 no empecé a dedicarle tiempo a fondo, no más de unos carboncillos en verano con mi abuela y mi madre


Apareció Rafael Hidalgo de Caviedes, el pintor arquitecto, escultor y genio con el que tuve la suerte de aprender en su estudio-academia centenaria. Me daba mucha caña, me hacía trabajar semanas en un dibujo y luego me lo destrozaba. Me enseño cómo fragmentar y construir cualquier figura desde las líneas de composición fundamentales. Para enseñarme a dibujar me mandó horas al zoo, a las marquesinas de la gran vía y la castellana, al prado con lápiz y papel, a dibujar caras por el metro en trayectos largos. Me preparó el ingreso en la escuela de bellas artes atando as esculturas a bancos de madera, con cuerdas que trazaban los puntos cardinales de las composiciones. Me enseñó a mirar. Sin duda lo que me cautivó desde el principio fue la pregunta que me hizo ¿porque te quieres dedicar a esto?, no me dio horarios, ni tarifas, sino una pregunta que tiene que responder el tiempo, pero a los 18 años es bueno hacerse.

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